Hoy les dejamos la historia de uno de los automóviles más grandes jamás construidos con permiso de otros prototipos como el Elizalde Tipo 48. Para el comienzo de esta historia es necesario que aparezca un genio que pudiera imaginar un vehículo de uso exclusivo para los monarcas europeos.
Desde mucho antes de la primera guerra mundial, Bugatti maduraba la idea de un vehículo de lujo en una época donde Hispano Suiza en España, Rolls Royce en Inglaterra, Maybach en Alemania e Issota Fraschini en Italia se habían lanzado hacia ese codiciado segmento.
Y luego de pensar bastante, Ettore Bugatti fue el primer fabricante que hizo innovaciones en ese mundo y así construyó vehículos de lujo al mismo nivel que un escultor pudiera tallar la piedra. Nos estacionamos a finales de los años veinte, una época en que se comenzó a pensar en un modelo que se convirtiera en el más bello, caro, potente y lujoso automóvil del mundo, el Royale.
Por su parte, Bugatti había estado diseñando motores para aviación desde principios de los años veinte y con ello se había nutrido la esperanza de poder reconvertir sus planes en una gran berlina con un precio superable. Así debió esperar hasta 1926 para poder llevar a buen puerto el proyecto Royale. Esta idea tomo cuerpo mediante un motor de aviación Type 34 fabricado en 1923. Así es que comenzó la construcción del Bugatti Type 41, llamado Royale, en 1927.
Pero la crisis mundial, iniciada en Estados Unidos, causó estragos en todo el planeta. Por ello muchas empresas fueron a la quiebra, e incluso algunos banqueros se suicidaron y las economías de muchas naciones perdieron esa ligereza propia y además su confianza total para el futuro. Fue un momento económico poco propicio y que obligó a modificar los planes iniciales del Royale.
Bugatti pensó, en un principio, fabricar 25 unidades del Royale pero como el precio se disparaba en la construcción, opto por construir apenas seis. La primera unidad del Royale, con chasis de número 41.100, fue construido con la esperanza de ser vendida al rey Alfonso XIII de España y que era un gran aficionado al automovilismo.
Pero de acuerdo a los cronistas de la época, ni Alfonso XIII ni el rey Carol de Rumania adquirieron este coche. Se dice que solo Zog, rey de Albania, se mostró interesado en el Royale pero, según cuenta la leyenda, fue Bugatti quien hizo remilgo, pues no le consideraba lo suficiente y digno para tener un Royale.
Esta unidad montaba un enorme motor de 14.726 cc, casi 15 litros que le convertirían en el vehículo de mayor cilindrada jamás visto. Por falta de tiempo se le añadió una carrocería perteneciente a un Packard Eight.
Aunque era de un tamaño más grande, bonito y costoso que otros modelos de la marca, los Bugatti Royale tendrían apenas un destino modesto. Estos modelos fueron pensados para las casas reales, para los cuales el Royale debía convertirse, por lo menos en los sueños de Ettore Bugatti, en la berlina de los soberanos. Sin embargo, el Royale no gustó mucho a los monarcas, por lo que terminó en manos de multimillonarios un tanto excéntricos.
Así, este primer Royale quedó en manos de la familia Bugatti, quien cambiaría su aspecto en varias ocasiones. En primer lugar se le atribuyo una carrocería con aspecto Simón, poco estética y nada lujosa y que recordaba a los automóviles públicos, una imagen inaceptable para un coche que costaba una fortuna.
Después se cambió por una carrocería Weymann, de líneas más lujosas y acertadas. Pero en el camino entre París y Estrasburgo, el Royale tuvo un fuerte accidente al quedarse dormido manejando al volante, Ettore Bugatti. Su carrocería quedó muy dañada y que luego se reconstruyó con un diseño del joven Jean Bugatti. En 1963, Fritz Schlumpf adquirió esta unidad que, bajo el nombre de "Royale Coupe Napoleón", se expone en el Museo de Mulhouse, en Francia.
Los Bugatti Tipo 41 Royale eran coches fuera de lo común, como podía mostrar la cilindrada exagerada del primer prototipo. En los modelos siguientes la cilindrada se bajó a 12.763 cc, una cifra que era todavía bastante elevada. Todo en el Royale era tan imponente como para remarcar su carácter lujoso y exclusivo, como las dimensiones exteriores del motor de ocho cilindros en línea, que tenía 140 cm de largo y 88 cm de alto.
De ahí que tenía una forma cónica en la parte frontal de la carrocería. El peso del motor era igualmente consecuente, ya que pesaba 350 Kg en total, de los cuales 110 pertenecían al cigüeñal. El bloque de motor de aluminio estaba fundido con las bases de las válvulas y había tres por cilindro. Tenía una potencia imponente de 300 CV para un monstruo de la carretera llamado a ser en su momento como el vehículo más elitista y prestigioso del mundo.
Hoy en día este automóvil es uno de los más codiciados de la historia y cada vez que una de las seis unidades producidas entre a subasta, estas establecen siempre un nuevo récord como el coche más caro de la historia.
Este coche es parte del legado dejado por dos genios como Ettore y Jean Bugatti, a la historia de la automoción. Al final dejamos como detalle curioso que todos los Tipo 41 llevaban un Elefante como mascota presidiendo el radiador y que había sido diseñado por Rembrant Bugatti, hermano de Ettore.
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